Los gastos fijos de una casa

Es una de las aspiraciones más legítimas y deseadas de muchos jóvenes (y no tan jóvenes). Tener su casa propia. Salir del circuito del alquiler, en el que uno depende de los caprichos del casero, que puede vender en cualquier momento la casa e invitarte a abandonarla…

Tener tu vivienda propia te permite decorarla a tu gusto, sentirte libre y dueño de tu espacio al mismo tiempo, pero también tiene su lado oscuro: los gastos fijos y variables de una casa. Es importante tenerlos en cuenta, ya que la hipoteca no es el único gasto que alterará tu economía doméstica, nunca mejor dicho, ya que ahora, como propietario, no tendrás el ‘paraguas’ de don Casero para que te cambie la lavadora, te compre otro lavavajillas o te pinte esas paredes más grises que blancas.

Cómo sobrellevar los gastos de tu casa

Lo primero es determinar cuales son los gastos fijos en casa. Más adelante veremos los gastos variables, pero es importante centrarse primero en lo que son los costos fijos de una casa.

Aunque, valga la paradoja, hay gastos fijos que pueden variar (por ejemplo, hay quien tiene como gasto fijo los servicios de seguridad, como una alarma), pero la gran mayoría son comunes a todos los propietarios. Veamos cuáles son:

• Hipoteca. Si no compraste la casa al contado, cosa que pocos privilegiados pueden permitirse, cada mes tendrás que hacer frente al pago de tu hipoteca, en las cuotas que hayas fijado en el contrato. Si contrataste una hipoteca a plazo fijo, el monto, como su nombre indica, no varía, pero si la firmase a plazo fijo, dependerás de las oscilaciones del índice Euríbor para saber cuánto tienes que pagar al mes. Para evitar sustos, es mejor optar por el plazo fijo en tu hipoteca; si la contrataste en modo variable, habla con los gestores de tu banco, ya que existe la posibilidad, con alguna condición que tendrás que aceptar, de convertirla en fija.
• Suministros. Aquí tienes un porcentaje importante de los gastos que conlleva ser propietario, aunque cuando eres inquilino también los tienes que pagar. Hablamos de facturas de electricidad, agua, gas y calefacción. No te olvides de llamar cada cierto tiempo para revisar las condiciones de tu contrato de telefonía: diez minutos de aburrida conversación telefónica te pueden suponer un ahorro importante.
• Internet y teléfono. Facturas mensuales por servicios de telecomunicaciones. Es cierto, es un gasto más, pero si a veces te entra el agobio, recuerda que en los años ochenta y noventa las facturas por teléfono, sobre todo si hacías llamadas internacionales, podían llevarse un tercio de tu sueldo. Las tarifas planas han acabado, por suerte, con muchos de esos abusos por el mero hecho de comunicarse.
• Impuestos sobre la propiedad. Tasas municipales y otros impuestos relacionados con la vivienda, es decir, el IBI o impuesto sobre bienes inmuebles. Lo puedes domiciliar y así no tienes que preocuparte de ir físicamente a pagarlo a las oficinas correspondientes.
• Seguros. Pólizas de seguro del hogar y, en algunos casos, seguros de vida vinculados a la hipoteca. Un gasto que no hace mucha ilusión pagar, pero recuerda que te hará mucha menos tener que afrontar los gastos que pueda ocasionar un incendio o una fuga de agua que afecte a tus vecinos. No lo dudes: contrata un seguro de hogar sí o sí. Por menos de 200 euros al año encontrarás pólizas más que decentes.
• Gastos de comunidad. Cuotas mensuales para el mantenimiento de áreas comunes en edificios o urbanizaciones. Si tu finca tiene piscina u otras instalaciones que requieren mantenimiento, el gasto aumentará (significativamente, por cierto, sobre todo si hay que contratar un socorrista en verano). Además, si se instala un ascensor, habrá que pagar los gastos de mantenimiento, lo que puede incrementar los gastos de la comunidad.
• Derramas. Vivir en comunidad, que es una sociedad en pequeñito, implica socializar los gastos. Si hay que cambiar el tejado porque los de arriba tienen goteras, o reforzar la zona baja de la fachada porque en los pisos bajos hay humedades, tocará pagar una derrama. Esta se abona mes a mes, dentro de los gastos de comunidad, y se activa para evitar que los fondos, el dinero remanente de la comunidad, se reduzcan demasiado.

Como podrás comprobar, teniendo los gastos bien acotados, en una hoja Excel si es preciso, evitarás sustos en tus cuentas del hogar y podrás prever ese gasto fijo variable, valga la paradoja, llamado derrama.

Y los gastos variables de una casa ¿cuáles son?

Aquí la cosa es más subjetiva, ya que dependerá de los hábitos de vida del propietario, sus gustos, su capacidad adquisitiva, etc. De hecho, esa falta de poder adquisitivo puede resultar un freno a la hora de hacer reformar en tu casa (buen ejemplo de gasto variable como propietario de una casa) y es una pena que no puedas instalarte el aire acondicionado que tanto necesitas porque este verano te falte la liquidez necesaria.

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Porque los gastos variables ayudan a que disfrutes de verdad de tu nueva vida como propietario. Esa nevera No frost para mantener los productos frescos durante más tiempo y en mejores condiciones de conservación, o ese lavavajillas que te librará de las fregatinas diarias para ahorrar no solo agua, sino buena parte de tu tiempo, que podrás destinar a otras cosas más interesantes.

Porque los gastos variables, como habrás visto, tienen que ver con las necesidades que se generan en una casa, demandas relacionadas con los muebles y su mantenimiento, con las reformas, las ampliaciones y todo lo que implica su mantenimiento, desde comprar productos de limpieza a pintar unas manchas de humedad, ya sea que lo hagas tú o contrates a un pintor profesional.

Ahora que sabes qué son los gastos fijos y variables de una casa, acuérdate de Moneyman si necesitas una inyección rápida de liquidez, sin papeleos ni líos raros, para equipar tu casa como te mereces.