En los acuerdos donde una parte otorga financiación a la otra, existen diferentes términos y condiciones a tener en cuenta para conocer a la perfección los detalles importantes de la operación. Prestamista y prestatario son las dos partes que participan en este tipo de contratos, y hoy vamos a mostrarte todo sobre ambas.
El prestamista es aquella persona física o jurídica que, en una operación de financiación, presta el dinero a la otra parte, recibiendo unos intereses como beneficio en el préstamo. Este interés variará en función del nivel de riesgo que tenga la operación, aumentando a medida que exista mayor probabilidad de impago por parte del deudor.
Las operaciones de crédito son muy diversas y dependen de varios factores a la hora de establecer las condiciones. La cantidad a prestar, los plazos, el dinero que se ofrezca como entrada o las garantías de pago son algunos de ellos, e influyen en los intereses finales que ofrezca el prestamista en la operación.
Por otro lado, la persona o entidad que presta el dinero también puede tener diferente naturaleza, y su capacidad para ofrecer la financiación variará en función de la misma. Por ejemplo, un particular o una pequeña entidad financiera no tendrá la capacidad para hacer frente al préstamo de una hipoteca, algo que los grandes bancos sí pueden afrontar sin ningún problema.
Denominamos EFC o Establecimiento Financiero de Crédito a aquella entidad que se dedica, exclusivamente, a ejecutar operaciones de crédito sin ofrecer la posibilidad de hacer depósitos. No necesitan adherirse al Fondo de Garantía de Depósitos, y el Banco de España es la entidad encargada de su regulación. Veamos las actividades que realizan los EFC:
Son empresas bastante eficientes a la hora de determinar la oferta de financiación a nivel empresarial, puesto que se especializan única y exclusivamente en este tipo de productos financieros. Generalmente, son una opción bastante considerada por las empresas como una buena alternativa a las fuentes de financiación tradicional (los bancos).
Son las personas físicas que, sin la necesidad de tener alguna vinculación con entidades de crédito, ofrecen préstamos con sus propios recursos. Generalmente no suelen pedir requisitos al deudor, como avales o nóminas, pero tampoco siguen ninguna normativa a la hora de conceder la financiación.
Los prestamistas particulares acostumbran a establecer altos tipos de interés, puesto que prestar ese capital puede suponer un impacto en su economía individual. En muchas ocasiones, suele tratarse de operaciones con un alto riesgo para el prestatario, dada la informalidad del proceso y los altos intereses.
Si no conocemos a la persona, es importante tener mucho cuidado, puesto que hay bastantes estafas que consisten en ofrecer financiación a medida por parte de particulares. Además, los pagos se suelen hacer por vías informales, algo a lo que se debe prestar mucha atención.
Los prestamistas hipotecarios son aquellos que tienen la capacidad de ofrecer grandes cantidades de capital a sus clientes, incluyendo una hipoteca sobre un inmueble como garantía en la operación. Esta propiedad estará a nombre del cliente, que solicita el dinero a la entidad para poder hacer frente a su coste de manera periódica.
Los bancos son los principales prestamistas hipotecarios, puesto que casi ninguna entidad puede hacer frente a estas grandes cuantías de manera habitual. Este tipo de acuerdos acostumbran a tener intereses mucho más bajos que los de un préstamo personal, y los plazos son bastante largos, pudiendo superar los 15 o 20 años.
Los intereses de un préstamo hipotecario pueden ser fijos, variables o mixtos, y siempre estarán fijados de antemano por mutuo acuerdo entre prestamista y prestatario. Financiar una hipoteca es una decisión muy importante para la economía familiar, por lo que es recomendable estudiar bien las opciones y negociar las mejores condiciones posibles con la entidad.
En los últimos años y gracias a la creciente tendencia en la oferta de productos digitales, muchos prestamistas se han pasado al ámbito online para dar financiación a sus clientes. Acostumbran a ser entidades innovadoras, que ofrecen préstamos rápidos de pequeñas cantidades a los usuarios.
Los prestamistas online no suelen pedir muchos requisitos, y tienen ofertas para todo tipo de clientes, incluyendo aquellos que figuren en listas de morosos como ASNEF. En este sentido, es importante que el usuario compruebe la integridad de la entidad a la que solicita la financiación, y escoja una que ofrezca condiciones poco abusivas y asequibles para su economía particular.
El prestatario es aquella parte que, en un préstamo, recibe el dinero y se compromete a devolverlo junto a unos intereses y dentro de unos plazos preestablecidos por mutuo acuerdo con el prestamista. Es el deudor en la operación, puesto que necesita una cantidad determinada para hacer frente a algún gasto o inversión, y tiene la obligación de devolverla en los plazos correspondientes.
El prestatario tiene que aceptar las condiciones del prestamista para recibir el dinero, y este último se asegurará de que tenga la solvencia necesaria para hacer frente a los plazos pactados. Cada país se encarga de regular los derechos y obligaciones del prestamista, con el fin de garantizar su seguridad y protegerlo frente a posibles estafas o condiciones abusivas por parte de las entidades.
Como vimos anteriormente, existen diferentes tipos de prestamista, en función de su condición como persona física o jurídica, o bien por sus actividades a desarrollar como entidades. En el caso de los prestatarios, podemos encontrar dos tipos principales a tener en cuenta:
La relación entre prestamista y prestatario variará completamente, en función de las características particulares de la operación y de ambas partes. Sin embargo, existen varias cosas a tener en cuenta en todo acuerdo de préstamo, las cuales pueden jugar un papel importante en el resultado final de la concesión de financiación.
En primer lugar, el prestatario debe tener claro el propósito del préstamo, las cantidades que necesita y en cuánto tiempo desea devolverlo. Esto es crucial para que la negociación sea mucho más ágil y efectiva, y se puedan acordar unos términos satisfactorios para ambas partes.
Por otro lado, el prestamista solicitará cierta documentación fundamental (DNI, justificación de solvencia, últimas nóminas…) para garantizar que existe un riesgo bajo en la operación, por lo que el prestatario debe aportarla lo antes posible si quiere seguir adelante con el proceso.
Los plazos, intereses y comisiones se deben especificar de antemano, por lo que no se llegará a un acuerdo si una de las dos partes no esta de acuerdo con lo exigido por la otra. En este sentido, el prestamista es el que tiene la última palabra, por lo que es conveniente escoger una oferta asequible y acorde con los términos de la operación.
Los avales y garantías son otro apartado crucial en un acuerdo de préstamo. Especialmente si hablamos de grandes cantidades, las entidades financieras los exigirán para poder cobrar el dinero en caso de impago, por lo que el prestatario debe contar con algún aval en este tipo de operaciones.
Ahora que sabes todo sobre prestamistas y prestatarios, contarás con una visión mucho más amplia y extensa sobre las dos partes participantes en un acuerdo de préstamo, teniendo en cuenta los derechos y obligaciones de ambos en la operación.
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