¿Qué es la inflación en la economía? ¿Por qué se produce?
En boca de todos. Y en la cartera también. La inflación es uno de los temas del momento y parece que ha llegado para quedarse. Las noticias, los gobiernos, los expertos y cualquier persona a nuestro alrededor habla cada día sobre la inflación y sus efectos.
Todos hemos oído en los últimos meses cómo la inflación está afectando a todas las economías de Europa y el resto del mundo. Y todos parecemos estar muy preocupados por ella y lo que significa que “la inflación esté disparada”.
Pero… ¿qué es realmente la inflación? ¿Sabemos realmente en qué consiste y cómo afecta a nuestra economía? Un concepto tan común en nuestro día a día parece, muchas veces, algo completamente ajeno a nosotros. Algo demasiado abstracto.
En este artículo queremos despejar algunas dudas sobre la inflación y explicar claramente qué es, cómo nos afecta y qué se puede hacer para enfrentarla. Un pequeño resumen sobre el tema del momento para poder opinar y analizar las noticias con las ideas más claras.
Lo primero: ¿qué es la inflación?
Oficialmente la inflación es la elevación del nivel general de los precios. O lo que es lo mismo: cuánto sube el precio general de las cosas.
Pero, ¿cómo se mide? ¿es un número? ¿un porcentaje? Aunque el concepto de inflación es sencillo, cuando hablamos de inflación generalmente nos referimos al índice de inflación. Una cifra porcentual que nos ayuda a resumir en un solo valor cuál es la subida general de los precios.
Por eso, cuando hablamos de inflación nos encontraremos con cifras como un 3 % o un 10%. Esas cifras quieren decir que, en comparación con un periodo anterior, el valor general de los precios son un 3 % o 10 % más altos.
En resumen, la inflación es un valor económico que se utiliza habitualmente para obtener una imagen clara sobre la evolución de los precios en un país o sector. Aunque se trate de un índice económico, habitualmente se habla de inflación cuando la subida de precios es constante. Cuando vivimos un periodo de inflación.
Tipos de inflación
En función de a qué se compare, qué precios se tengan en cuenta y su magnitud, podremos hablar de diferentes tipos de inflación.
Una de las claves para diferenciar tipos de inflación es el periodo de tiempo que se considera para hacer el cálculo. Normalmente (y en caso de que no se especifique) la inflación anual es el índice más utilizado. Pero también existen índices como el mensual o trimestral.
Además del periodo de tiempo que consideren, a continuación te explicamos los tipos de inflación más comunes que escuchamos en nuestro día a día y que pueden sernos de ayuda para entender el alcance que tiene sobre la economía.
- Deflación
Hablamos de deflación cuando el valor del índice de inflación es negativo. O lo que es lo mismo: cuando los precios bajan. Es posible que muchos no conozcan ni hayan oído hablar de ella porque, la “inflación negativa”, no suele ser noticia.
- Desinflación
Aunque puedan asemejarse, la deflación y la desinflación son conceptos diferentes. A diferencia de la primera, la desinflación se refiere a una bajada de los precios generalizada tras un periodo de alta inflación. Algo así como una vuelta a la calma.
- Inflación moderada
Este tipo de inflación está caracterizada por una subida leve o lenta de los precios, normalmente por debajo del 10 % anual. A pesar de que los precios aumentan, se considera que estos valores no son preocupantes y que los precios son, en mayor o menor medida, estables.
- Inflación reptante
La inflación se considera reptante cuando, estos valores leves se prolongan en el tiempo. Como su nombre bien indica, se trata de un índice que, poco a poco, va arrastrándose hacia arriba. En estos casos, a pesar de que las subidas sean leves, los precios no son considerados tan estables.
- Inflación galopante
Cuando los índices de inflación son de entre 2 o 3 dígitos al año (como un 30 % o 300 %). Esta inflación tiene un efecto directo sobre el bolsillo de los ciudadanos ya que estamos hablando de precios multiplicados por 2 o 3 en menos de un año.
- Hiperinflación
La hiperinflación se refiere a un aumento del índice de inflación de más del 1.000 % anual. En estos casos extremos, la subida de los precios es tan elevada que el propio valor del dinero (de la moneda de cada país) no consigue hacerle frente y acaba por no valer en absoluto.
Además de estos tipo de inflación, conviene mencionar también la inflación subyacente: un índice que no tiene en cuenta aquellos productos o bienes que tienen un precio muy volátil. De esta manera el índice permite obtener una visión más realista de la evolución de los precios sin tener en cuenta aquellos que fluctúan demasiado (como alimentos o energía).
¿Por qué se produce la inflación?
- Mayor demanda que oferta
En aquellas situaciones en que la producción de bienes o productos se ve superada por una gran demanda de los mismos, la inflación es una consecuencia común y esperable. Si no existe suficiente oferta para todos, los precios suben.
- Escasez de materias primas
Independientemente de la oferta y la demanda, cuando un material o ingrediente escasea su precio sube. Y eso acaba afectando al precio del producto final. De esta manera, nos encontramos con una inflación producida por la falta de materias primas.
- Decisiones o coyunturas económicas
En algunos casos, la inflación está relacionada con movimientos económicos que acaban por dispararla. Una gran crisis económica o una nueva política económica de un país pueden acarrear consecuencias directas en el precio de los bienes y productos.
- Razones políticas
Aunque no parezca lógico encontrar una vinculación directa entre la inflación y los intereses políticos, existe esa posibilidad. Y es que, como estamos viendo en la actualidad, las enemistades y enfrentamientos entre países pueden suponer cambios drásticos en la situación económica general.
¿Qué pasa si sube la inflación? ¿Qué efectos tiene en mi día a día y mis ahorros?
La principal consecuencia está clara: los precios suben. Y eso afecta al bolsillo de todos los consumidores.
Pero cuando la inflación es muy elevada o continua, se produce una reacción en cadena que acaba por tener un efecto circular sobre la economía. Y es que cuando los precios de los productos empiezan a subir, los intermediarios (supermercados o tiendas) necesitan cobrar más por cada producto que reciben para poder pagar a sus proveedores.
Además de eso, los trabajadores pierden poder adquisitivo porque, con el mismo sueldo que recibían anteriormente, no pueden hacer frente a las mismas compras. De esta manera, los sueldos pierden valor y los ciudadanos no tienen acceso a los mismos productos y servicios de antes.
¿Por qué puede ser un problema?
Por si los efectos en cadena que hemos mencionado no fueran suficientes, existe una posible consecuencia sobre la economía que puede suponer un gran problema: la devaluación de la moneda.
Cuando la inflación es elevada y persistente, la moneda de un país (como puede ser el Euro o el Dólar americano) empieza a perder valor. Las cosas cuestan más y cada vez se puede comprar menos con esa moneda.
Este efecto de la inflación afecta también a los ahorros de los consumidores. Y es que una cantidad que antes nos permitía acceder a unos productos en particular puede acabar por no ser suficiente en un futuro cercano.
Si esa devaluación no se controla, es posible que la moneda de un país acabe por perder su valor y no “sirva” para soportar la economía del día a día.
¿Cómo se puede parar la inflación?
Qué hacer cuando los precios se disparan. Esa es la gran cuestión.
Aunque no existe una fórmula secreta para controlar una inflación elevada, sí existen mecanismos que permiten controlar en mayor o menor medida su avance.
- Subida de tipos de interés
Entre las medidas estrellas que ponen en práctica los estados y bancos centrales de cada país ante un escenario de inflación es subir los tipos de interés. En definitiva: una subida del precio del dinero.
De esta manera, el dinero fluye con menor facilidad entre bancos y créditos y es más sencillo controlar la inflación.
- Tope a los precios o bajada de impuestos
Otra de las iniciativas más comunes para evitar que la inflación afecte directamente a los ciudadanos es controlar de forma directa o indirecta el precio de los productos o servicios.
Limitando el precio de algunos productos de vital importancia o bajando los impuestos de aquellos básicos, se permite que el precio final de los mismos no sea tan elevado y los trabajadores no paguen más por ellos.
- Incremento del gasto social
Por último, son muchos los gobiernos que deciden apostar por un mayor gasto social para hacer frente a la inflación. Subir las pensiones o ayudar económicamente a los ciudadanos permite que, a pesar de la subida de los precios, el poder adquisitivo de la población no se vea tan afectado.
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Hasta hace poco, la inflación nos resultaba un tema ajeno, lejano. Siempre escuchábamos los casos de países como Argentina o Turquía sin entender realmente qué estaba pasando allí. Pero ante la situación económica actual, la inflación ha pasado a ser parte de nuestro día a día.
Entender cómo funciona y qué implicaciones tiene sobre nuestros ahorros y nuestro poder adquisitivo es clave para estar preparados y hacer frente a una subida de precios constante.
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