La psicología del dinero: cómo nuestras emociones afectan nuestras decisiones financieras
Los números no mienten. O eso dicen los expertos en finanzas. Y lo cierto es que las cifras son las cifras y el resultado de una suma o resta siempre es la misma. Pero cuando los números se mezclan con las emociones de las personas, la cosa cambia.
Las finanzas tienen un gran componente emocional. Nuestro dinero tiene una relación directa con nuestros sentimientos, sueños y miedos. Y eso hace que las cosas no sean tan simples y categóricas como las matemáticas. Las finanzas tienen matices.
Aunque no nos demos cuenta, las emociones plagan todas las decisiones financieras y económicas que tomamos. Y no solo porque tengamos ilusión puesta sobre una transacción, sino porque somos humanos. Y los sesgos emocionales son una realidad.
En este artículo te explicamos las claves para entender que las emociones afectan directamente todas nuestras decisiones (e indecisiones) financieras. Y muchas veces lo hacen sin que nos demos cuenta.
Prepárate para indagar un poco más en tus propias emociones y el funcionamiento de tu mente. A partir de ahora entenderás un poco mejor por qué a veces tomas unas decisiones que, pensándolo en frío, no tienen tanto sentido (al menos lógico).
Emociones y decisiones, siempre de la mano
Que nuestras emociones y sentimientos afectan a todas las decisiones que tomamos es una realidad. Es algo innegable que todos hemos experimentado de forma consciente (o inconsciente en algún momento).
Si estamos tristes, cancelamos planes. Si estamos motivados, somos capaces de recorrer kilómetros por nuestros objetivos. Y si tenemos miedo, somos capaces de absolutamente cualquier cosa. Somos animales movidos por las emociones.
Las emociones conscientes como la pena, la alegría, la rabia o la melancolía afectan de una forma clara a nuestras decisiones (sean financieras o no). Sabemos que estamos decantándonos por una opción porque nos sentimos de una forma en particular. No nos sorprende en absoluto.
Pero, ¿y si te dijéramos que hay otra capa de emociones y sentimientos que afectan a nuestras decisiones de forma inconsciente? Efectivamente. Hablamos de los sesgos emocionales que, sin que nos demos cuenta, juegan un rol importante en nuestro comportamiento.
Los sesgos emocionales en nuestro día a día
Los sesgos son “atajos” mentales que nos sirven para tomar decisiones más rápidas sin necesidad de procesar de manera consciente la información. Son patrones de conducta, preferencias e ideas interiorizadas que nos permiten movernos más rápido por el mundo.
Un ejemplo: cuando estamos en un aeropuerto esperando a que empiece el embarque de nuestro vuelo. Todavía queda tiempo, no tenemos ninguna prisa. Pero… ¿qué pasa en cuanto un pasajero empieza a hacer la cola? La mayoría le sigue.
Este sesgo emocional tiene mucho que ver con nuestro miedo a quedarnos fuera del avión. Inconscientemente nuestra mente se pone alerta y, aunque sepamos que todavía es pronto, nuestro comportamiento cambia. No queremos quedarnos fuera.
Este tipo de sesgos emocionales afectan, y mucho, a nuestras decisiones en el día a día. Y como no podía ser de otro modo, también a las decisiones financieras que tomamos. A continuación te explicamos los principales efectos y sesgos emocionales que afectan a
las finanzas.
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Principales efectos de las emociones en las finanzas
Miedo a la pérdida
La pérdida para el ser humano es un dolor. Sea del tipo que sea, cuando perdemos algo experimentamos una sensación tan desagradable que somos capaces de evitarla a cualquier costo. Incluso ignorándola.
Este miedo completamente común también se refleja en el mundo de las finanzas. Principalmente en la inacción. En la típica frase de “más vale pájaro en mano que ciento volando”. En un pavor desmedido a la posibilidad de salir perdiendo.
Y es que en el mundo de las finanzas existe un patrón de conducta clarísimo: los seres humanos evitamos los riesgos a pesar de que racionalmente parecen una opción clara. Todo por el miedo a salir perdiendo.
Con tal de no perder, somos capaces de renunciar a una ganancia clara. Nuestra mente está programada para evitar a toda costa el dolor asociado a la pérdida, aunque signifique limitar la posibilidad de crecimiento.
Sesgo de disponibilidad
“Esto es lo que conozco y no hay nada más que considerar”. El sesgo de disponibilidad de nuestra mente actúa como una barrera para protegernos sobre lo nuevo, lo desconocido. Se trata de un mecanismo que nos encierra en nuestra realidad para evitar riesgos.
Y esto es algo verdaderamente frecuente en el mundo financiero. Porque, si ya conozco un tipo de producto u opción, mi mente automáticamente descarta lo nuevo. Apuesta por esa opción de la que ya tenemos información. La opción segura.
Precisamente por este sesgo, los bancos y entidades financieras necesitan tanto tiempo y esfuerzo de comunicación para dar a conocer sus nuevos productos. Para convencer a la gente de que considere esa opción. Que le pierda el miedo.
Anclaje
No hablamos de barcos. Hablamos de ideas o pensamientos que están tan anclados en nuestra mente que se convierten en inamovibles. Aunque haya motivos y razones que estén en su contra.
Este tipo de ideas funcionan prácticamente como valores para nosotros. Y es muy difícil superarlos o tomar una decisión que vaya en contra de los mismos. Es una idea tan arraigada en nosotros mismos que no la vamos a dejar atrás.
Dos ejemplos. El primero: las ofertas. Existen personas cuyo anclaje a la idea del ahorro es inamovible. Si ven una oferta o descuento lo van a considerar, aunque racionalmente no sea convincente. El segundo: la seguridad. Hay un perfil de persona que pone su seguridad sobre el resto de las cosas. Aunque suponga perder dinero.
El anclaje define mucho nuestra forma de entender las finanzas. Cuando hablamos de gente arriesgada o gente conservadora, muchas veces se debe por su anclaje a la seguridad. Y es muy difícil cambiar su predisposición hacia esa idea.
Automatización como forma de evasión
Evadirse de la realidad como método de protección emocional. O lo que es lo mismo: “ojos que no ven, corazón que no siente”. Algo muy común en las relaciones personales, pero también en el mundo de las finanzas.
Para muchas personas las decisiones financieras y económicas suponen un desgaste emocional demasiado grande. Se trata de algo agotador a lo que no pueden hacer frente. Y por eso apuestan por opciones que les evadan. Que les hagan olvidarse del tema.
Lo que antes pasaba por delegar (a un gestor o un asesor financiero), ahora pasa por la automatización. Los bancos y entidades financieras cada vez desarrollan más programas, productos y servicios que automatizan la toma de decisiones. Así, no tienes que enfrentarte a nada.
Gratificación instantánea y el autocontrol
Seguro que has oído hablar de este tema. Y seguro que lo has experimentado en tu propia piel. Los seres humanos buscamos la gratificación instantánea en todo lo que hacemos. Y no hacerlo supone uno de los retos más grandes: resistir la tentación.
En el sector financiero también se da este fenómeno. El autocontrol juega un rol muy importante en la gestión de las finanzas de las personas y el resistir la tentación de gastar afecta a todas las decisiones que tomamos.
Hay quien tiene mayor fuerza de voluntad. Hay quien no puede resistirse. Estos rasgos de nuestra personalidad afectan directamente a nuestras finanzas y definen nuestra forma de relacionarnos con el dinero. Para bien o para mal.
Efecto grupo o manada
Seguir al grupo. No quedarse fuera y, en caso de duda, dejarse llevar por las decisiones que tome el resto. Todos lo hemos vivido y todos nos hemos visto en situaciones de este tipo por pura inercia. Sin pensarlo.
El hacer una cola que no lleva a ningún lado por el mero hecho de que la gente está haciendo la cola, también se refleja en el mundo de las finanzas. Invertir en sectores de los que todo el mundo habla, contratar productos que todo el mundo contrata… Somos animales sociales.
Seguir a la manada es un atajo para la toma de decisiones. Una apuesta “segura” a la que todos recurrimos porque, “si al resto le funciona, a mí también debería funcionarme”. Una apuesta que no siempre tiene en cuenta la parte racional.
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Planificación y bienestar financiero
Está claro que las emociones afectan más de lo que creemos en nuestras decisiones financieras. Aunque en muchos casos creemos que nos movemos por motivos exclusivamente económicos o racionales, en realidad hay un componente más en la ecuación: lo que sentimos.
Es imposible separar nuestras emociones de las decisiones que tomamos. Pero es importante encontrar un equilibrio que nos ayude a cuidar de nuestro bienestar emocional y económico. Y la clave es la planificación.
Con un buen plan que incluya objetivos, expectativas y posibles errores seremos capaces de controlar el nivel de injerencia de las emociones y los sentimientos en nuestras decisiones financieras. Y eso nos ayudará a ceñirnos al plan.
No hay que renegar de nuestras emociones, pero hay que saber mantenerlas bajo control. Porque con el dinero, ¡no se juega!
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